sábado, 26 de junio de 2010

Diario de un rodaje: Olesa (capítulo I)

Suena el despertador a las siete y media. Es domingo. Genial. Mientras mi Bruja se pone guapa yo repaso la lista de atrezzo; luego me visto con ropa que huele a perro para no despertar deseos sexuales hacia mi persona. Soy un humanista. Dentro de una hora aparecerá Toni: el hacedor de pollas. Siempre llega el primero. Toni es tan puntual que cuando llega con un minuto de retraso ya puedes ir llamando a todos los hospitales de Barcelona. Me tomo un tazón de cereales.

Entre las ocho y media y las nueve menos cinco estamos todos metidos en dos coches. No es que seamos pocos, de hecho somos diez, sino que nos gusta ir apretados. Así se crean vínculos emocionales más fuertes. Mientras salimos de Barcelona por la Diagonal despertamos a nuestro Protagonista para que nos vaya a buscar al Ayuntamiento de Abrera. Hoy rodamos en su casa y no nos ha hecho ningún mapa.

Yo conduzco uno de los dos vehículos. Sufro un poco. Voy siguiendo a mi amigo Ingeniero y puedo oír sus ronquidos con las ventanillas de mi coche subidas. Estos madrugones nos están matando. Si alguien lo duda que se lo pregunte a Vero. Vero es nuestra Estilista. Pero lo importante es aprovechar bien el día. No es fácil quedar con todos y cada minuto es muy valioso. Menos mal que de momento no tenemos prevista ninguna trilogía…

Llegamos al Ayuntamiento de Abrera sin más novedad. Llamo a nuestro Protagonista y se sorprende de nuestra rapidez. Nos aconseja tomar un café mientras llega. Cinco minutos, me dice. Serán diez, pienso. Todo el equipo se dirige a la cafetería indicada menos mi amigo Ingeniero y yo, que tenemos que aparcar los coches, cada uno el suyo. Mientras busco aparcamiento me hago la picha un lío por las calles de Abrera y me alejo peligrosamente del centro de reunión cafetera. Mi móvil suena, así que busco donde detenerme. Es el Protagonista.

- ¿Qué pasa, Ulises? – pregunto educadamente al ser domingo.

- Pues pasa que no vais a rodar en mi casa, que estoy hasta los huevos y se acabó ¿me entiendes? Se acabo – responde Ulises muy enfadado mientras mi cerebro se paraliza durante unos segundos.

- ¿Ulises? – pregunto con la esperanza de haber percibido las palabras mal ordenadas por culpa de Vodafone.

- Sí, sí, Ulises. Soy yo. Y estoy hasta los cojones. Que te has creído, rodar en mi cocina. Y en mi casa. Y despertarme a estas horas. Estoy harto, ¿me oyes? – independientemente del mensaje, su tono de voz era ofensivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario